La primera vez que vi “Viaje al cuarto de una madre” me pareció una peliculita enorme. De apariencia insignificante, como las vidas que retrata, con pocos datos, con pocos diálogos, con poco de todo, pero con un mensaje potente lanzado con ternura y usando códigos fácilmente identificables por todos nosotros. Ayer me emocionó más que la primera vez. En el foro posterior a la película pudimos contar con el testimonio de mujeres que han enviudado recientemente y nos transmitieron la verdad que destila la película. Cómo refleja a la perfección las situaciones por las que se pasa. Las actrices están soberbias y todos pudimos reconocernos en esa forma de querer que va más de gestos, que de palabras.
Eva